Falacias Exegéticas Interpretación eficaz hoy
La Academia de la Lengua define en término «falacia» como fraude o mentira, asociándolo con la voluntad premeditada de engañar en provecho propio. Bajo este punto de vista, el título del presente libro, que une la falacia con la interpretación bíblica, resultaría muy fuerte, por no decir fuera de lugar.
Pero la idea de «falacia», en relación al pensamiento y a la lógica, se entiende de otra manera: Un patrón de razonamiento malo pero que aparenta ser bueno, aunque contiene un error en si mismo y conduce, por tanto, la mayoría de las veces, a una conclusión falsa, pero sin que haya en ello, forzosamente, intencionalidad de parte del interprete, que más bien suele convertirse, con frecuencia, en la primera víctima de su propio engaño.
En este sentido, sí cabe hablar de «falacias exegéticas» en la interpretación de la Escritura. La tan extendida como funesta costumbre de acudir a la Biblia en busca de “apoyos” a conceptos particulares previamente establecidos, en lugar de acudir en ella con mente abierta a escudriñar y descubrir la verdad, es muy antigua y está muy arraigada en la Iglesia cristiana. Ver a cristianos defendiendo todo tipo de rarezas éticas y doctrinales apoyándolas en citas bíblicas sacadas fuera de su contexto, o dando a palabras concretas de la Escritura un sentido alejado cuando no contrario al verdadero, es muy frecuente. De ahí el refrán popular advirtiéndonos que “un texto fuera de su contexto, es un pretexto”.
Esta actitud, tan común como equívoca y lamentable, es la que el autor denuncia y combate abiertamente en las páginas de este libro. Su tesis pivota en el hecho de que cuando dos intérpretes piadosos de la Biblia aparecen con interpretaciones incompatibles de un mismo pasaje, se hace evidente, incluso para los creyentes más sencillos y espirituales, que ambos no pueden tener razón. En tal caso, –nos dice– es preceptivo recurrir a una interpretación crítica de las Escrituras, que aporte la justificación léxica, gramatical, cultural, teológica, histórica, geográfica, o de cualquier otra índole sobre ese pasaje, y situarla por encima, tanto de las opiniones personales arbitrarias, como de la autoridad absoluta que se atribuyen a veces algunos líderes invocando para ello dotes cuestionables de iluminación o fuentes especiales de revelación divina.
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La INTRODUCCION nos aclara el propósito de la obra y las razones del autor para escribirla: Divulgar los ejemplos más comúnes de falacias exegéticas, para que sirvan como patrón preventivo ante otras posibles de similar naturaleza, enseñando al lector a identificarlas y analizarlas. Hace hincapié en lo negativo y desalentador que resulta el contemplar las numerosas diferencias que hay entre nosotros sobre lo que dicen realmente las Escrituras, y en la importancia que tiene detectar posibles falacias en su interpretación, en tanto que –afirma– “Si cometemos un error al interpretar una de las obras de Shakespeare, es poco probable que esto acarree consecuencias eternas; pero no podemos aceptar una negligencia semejante en la interpretación de las Escrituras”. Nos anima, por tanto, a utilizar la Biblia con cuidado y acudir a ella siempre con un espíritu autocrítico y mente abierta, evitando el peligro de centrarnos en buscar apoyo a nuestras propias posturas, y con ello, acabar “alejándonos de la Palabra de Dios mientras seguimos insistiendo en que nuestras opiniones teológicas son ‘bíblicas’, y por lo tanto verdaderas”.
Aclarado este principio, dedica el PRIMER CAPITULO, el más extenso, a las “Falacias en el estudio de las palabras”, consciente de que “la filología es el ojo de la aguja a través del cual debe pasar todo camello teológico para entrar en el cielo de la teología”. Analiza las 15 falacias o errores interpretativos más comunes en la semántica, tales como: 1. La falacia de pegarse al significado de la raíz, 2. Los anacronismos, 3. La obsolescencia, 4. La apelación a significados desconocidos o improbables, 5. La apelación al contexto secundario, 6. La paralelismomanía verbal… etc., etc. Todas ellas las expone y analiza ampliamente acudiendo al texto bíblico en sus lenguas originales, mediante gráficos explicativos y ejemplos de casos prácticos, como el del predicador que haciendo una errónea interpretación de la palabra griega “dynamis” predicaba sobre Romanos 1:16 afirmando que “el evangelio es “dinamita” de Dios”.
El CAPITULO DOS lo dedica por completo a las “Falacias gramaticales”, y en especial a las que derivan de la incorrecta interpretación de los tiempos y modos verbales, algo muy frecuente, sobretodo a la hora de interpretar el complejo “aroisto” griego y las unidades sintácticas.
En el CAPITULO TRES nos habla de las “Falacias lógicas”, de inferencias, silogismos y falsos planteamientos inductivos. Y aporta numerosos ejemplos prácticos de este tipo de falacia en la interpretación del texto bíblico, como la de algunos grupos de cristianos conservadores que apelan a 1ª Corintios 14:33-36 para argumentar que las mujeres deberían mantenerse siempre calladas en la iglesia. Identifica y debate, en total, dieciocho modalidades de este tipo de falacia.
Trata en el CAPITULO CUATRO de las “Presuposiciones y falacias históricas”, ocupándose también de la llamada “nueva hermenéutica”, una corriente interpretativa que llega al punto de argumentar que un mismo texto puede tener muchos significados, ninguno de los cuales es verdadero de una forma objetiva, sino que todos ellos son válidos o inválidos según el efecto que tengan en el intérprete. Algo tan cuestionable como peligroso.
Finalmente, en el CAPITULO CINCO, cierra con algunas “Reflexiones finales” acerca de falacias menos comunes, aunque no por ello menos graves, como son las relacionadas con el género literario, la yuxtaposición de textos, confundir lo figurativo con lo literal, etc. Concluye, no obstante, en tono positivo, afirmando que “si nos acercamos a la Biblia con una mente humilde pero imparcial y una determinación reverente de ser como el obrero ‘que interpreta rectamente la palabra de verdad’ (2 Timoteo 2:15) gradualmente iremos mejorando nuestras habilidades exegéticas.” La obra se completa, con un amplio “Índice Temático” y un “Índice de Textos Citados” este último muy conveniente a la hora de localizar los pasajes bíblicos más susceptibles a falacias exegéticas.
En resumen, un libro excelente, muy útil y necesario, erudito en su contenido pero claro en su exposición, y por tanto, fácil de entender. Un “clásico” entre los textos de hermenéutica bíblica contemporánea en lengua inglesa y que se echaba mucho de menos en español. Ahora que está disponible, todos los líderes cristianos, pastores, predicadores y estudiantes de teología, deben leerlo sin falta.
Aclarado este principio, dedica el PRIMER CAPITULO, el más extenso, a las “Falacias en el estudio de las palabras”, consciente de que “la filología es el ojo de la aguja a través del cual debe pasar todo camello teológico para entrar en el cielo de la teología”. Analiza las 15 falacias o errores interpretativos más comunes en la semántica, tales como: 1. La falacia de pegarse al significado de la raíz, 2. Los anacronismos, 3. La obsolescencia, 4. La apelación a significados desconocidos o improbables, 5. La apelación al contexto secundario, 6. La paralelismomanía verbal… etc., etc. Todas ellas las expone y analiza ampliamente acudiendo al texto bíblico en sus lenguas originales, mediante gráficos explicativos y ejemplos de casos prácticos, como el del predicador que haciendo una errónea interpretación de la palabra griega “dynamis” predicaba sobre Romanos 1:16 afirmando que “el evangelio es “dinamita” de Dios”.
El CAPITULO DOS lo dedica por completo a las “Falacias gramaticales”, y en especial a las que derivan de la incorrecta interpretación de los tiempos y modos verbales, algo muy frecuente, sobretodo a la hora de interpretar el complejo “aroisto” griego y las unidades sintácticas.
En el CAPITULO TRES nos habla de las “Falacias lógicas”, de inferencias, silogismos y falsos planteamientos inductivos. Y aporta numerosos ejemplos prácticos de este tipo de falacia en la interpretación del texto bíblico, como la de algunos grupos de cristianos conservadores que apelan a 1ª Corintios 14:33-36 para argumentar que las mujeres deberían mantenerse siempre calladas en la iglesia. Identifica y debate, en total, dieciocho modalidades de este tipo de falacia.
Trata en el CAPITULO CUATRO de las “Presuposiciones y falacias históricas”, ocupándose también de la llamada “nueva hermenéutica”, una corriente interpretativa que llega al punto de argumentar que un mismo texto puede tener muchos significados, ninguno de los cuales es verdadero de una forma objetiva, sino que todos ellos son válidos o inválidos según el efecto que tengan en el intérprete. Algo tan cuestionable como peligroso.
Finalmente, en el CAPITULO CINCO, cierra con algunas “Reflexiones finales” acerca de falacias menos comunes, aunque no por ello menos graves, como son las relacionadas con el género literario, la yuxtaposición de textos, confundir lo figurativo con lo literal, etc. Concluye, no obstante, en tono positivo, afirmando que “si nos acercamos a la Biblia con una mente humilde pero imparcial y una determinación reverente de ser como el obrero ‘que interpreta rectamente la palabra de verdad’ (2 Timoteo 2:15) gradualmente iremos mejorando nuestras habilidades exegéticas.” La obra se completa, con un amplio “Índice Temático” y un “Índice de Textos Citados” este último muy conveniente a la hora de localizar los pasajes bíblicos más susceptibles a falacias exegéticas.
En resumen, un libro excelente, muy útil y necesario, erudito en su contenido pero claro en su exposición, y por tanto, fácil de entender. Un “clásico” entre los textos de hermenéutica bíblica contemporánea en lengua inglesa y que se echaba mucho de menos en español. Ahora que está disponible, todos los líderes cristianos, pastores, predicadores y estudiantes de teología, deben leerlo sin falta.
ISBN | 9788482675626 |
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Autor | Carson, Donald A. |
Encuadernación | Rústica fresada |
Publicacion | 2013 |
Idioma | es |
Páginas | 152 |
Medidas | 13.97 x 21.27 cm |