Descripción del libro
La obra se divide en cuatro partes:
En la primera, que el autor titula El Apocalipsis: fascinación y negocio, describe la seducción innata que los seres humanos sienten por el tema del fin del mundo, que les atrae por un lado como un imán y les espanta por el otro, provocando en ellos duda e inquietud: el efecto paradójico de Apocalipsis. Explica que como seres creados a imagen y semejanza de Dios, no somos tabula rasa, nacemos con un ADN moral, un chip implantado por el Creador, en el que entre otras convicciones establecidas está la de que nuestro planeta tendrá un final. Y este chip se activa cada vez que somos expuestos al tema, creando a la vez temor y duda.
Ese temor innato a los eventos del porvenir es el que ha dado pie al desarrollo de teologías “protectoras”, como la dispensacionalista, afirmando, entre muchas otras cosas, que los verdaderos creyentes no pasarán por la gran tribulación ni padecerán las calamidades que se avecinan a nuestro planeta.
Y ha sido también aprovechado a lo largo de la historia por una serie de charlatanes, religiosos y seculares, que han fabricado profecías, o mejor dicho, vaticinios ridículos acerca del fin del mundo en provecho propio. En este particular, denuncia abiertamente los abusos cometidos por algunos autores evangélicos, como Hal Lindsey, que en los años setenta predijo abiertamente en fin del mundo para la década de los 80’ en su famoso best seller La Agonía del Planeta Tierra; o la famosa serie novelesca de LaHaye y Jenkins, Dejados Atrás, que pese a tratarse de simple ficción, en la práctica y durante años, fue la obra de referencia fundamental en escatología para miles de creyentes sencillos y de buena fe en Latinoamérica. Tampoco pasa por alto la explotación del tema por el mundo secular, tanto en lo que refiere a producción literaria como por parte de Hollywood, que ha creado para ello un genero cinematográfico específico denominado propiamente apocalíptico, netamente diferenciado del la ciencia ficción, con numerosas e importantes producciones, algunas de las cuales relaciona y comenta.
En la segunda parte, que denomina Los caballos del Apocalipsis ya cabalgan, sostiene, discrepando de las tesis dispensacionalistas que afirman que las calamidades descritas en la Revelación de San Juan son predicciones para el futuro y que los siniestros ‘Caballos del Apocalipsis’ todavía están por venir; que los jinetes que cabalgan esos caballos llevan ya tiempo pisando este planeta, y el tronar de sus cascos se escucha y se escucha bien:
El jinete del caballo blanco, un espíritu de mentira que aparta a muchos de la verdad y la sana doctrina; siempre ha estado presente, pero últimamente el ruido que produce su galope, plasmado en modas innovadoras y ‘olas’ novedosas que hacen surfear a la Iglesia, es ensordecedor. El jinete del caballo rojo, que simboliza las guerras, no pasadas ni futuras, sino a la industria armamentista actual, el terrorismo, el odio y toda suerte de violencia en la que estamos viviendo. El jinete del caballo negro, que acarrea el flagelo del hambre, la pobreza y a la indigencia, a causa de una injusta repartición de la riqueza, y que conduce a muchos al desespero Y finalmente el jinete del caballo rojo, que trae pestilencia y muerte, cuyos cascos se oyen con potencia ensordecedora y en un mundo dominado por las drogas, el fraude, la extorsión, el soborno, donde los valores morales han caído a tal nivel que un teléfono celular tiene más valor que la vida de una persona.
La tercera parte analiza la actitud de la Iglesia frente a los acontecimientos actuales y futuros. Denuncia con valentía muchos planteamientos erróneos asumidos por las iglesias evangélicas en Latinoamérica, como el de centrar su predicación en la escatología y no preparar debidamente a sus líderes, que suben al púlpito gritando «No sé homilética, no sé hermenéutica, pero una cosa sé: que era ciego y ahora veo» y son aclamados por sus fieles con un atronador ¡Amén!. Proclama, en contrapartida, la necesidad de prepararse a conciencia para defender la fe, con pasión, sí, pero a la vez con base académica y una actitud de compromiso con el Reino de Dios aquí y ahora; aguardando la parusía del Señor con ilusión y esperanza, pero dejándonos de devaneos escatológicos y de centrar nuestra predicación en predicciones apocalípticas, porqué “el día y la hora, nadie lo sabe”.
Finalmente, plantea sus propuestas para desarrollar una verdadera escatología evangélica latinoamericana actual, libre de ingerencias externas. Se pregunta: El fin del mundo: ¿desastre y maldición o esperanza y bendición? Su respuesta es que el Apocalipsis no es sinónimo de desastre, y por tanto, la forma correcta de entenderlo es como la revelación mediante la cual Dios da a conocer el plan de restauración de la imagen de la criatura humana y de la naturaleza, un escrito que debemos relacionar con un nuevo amanecer para el mundo, una esperanza gloriosa por la cual Jesucristo murió en nuestro lugar.
Conclusión: Un libro excelente, redactado en un estilo periodístico que hace agradable y amena su lectura, aunque sin renunciar un ápice al rigor académico propio del nivel de su autor, pues cada afirmación importante en el texto va debidamente documentada en su correspondiente nota al pie. Una denuncia valiente de abusos cometidos y a la vez una propuesta equilibrada de una nueva escatología Latinoamericana propia. El lector podrá estar o no de acuerdo con las tesis del autor, pero la lectura de este libro no le dejará indiferente.
En la primera, que el autor titula El Apocalipsis: fascinación y negocio, describe la seducción innata que los seres humanos sienten por el tema del fin del mundo, que les atrae por un lado como un imán y les espanta por el otro, provocando en ellos duda e inquietud: el efecto paradójico de Apocalipsis. Explica que como seres creados a imagen y semejanza de Dios, no somos tabula rasa, nacemos con un ADN moral, un chip implantado por el Creador, en el que entre otras convicciones establecidas está la de que nuestro planeta tendrá un final. Y este chip se activa cada vez que somos expuestos al tema, creando a la vez temor y duda.
Ese temor innato a los eventos del porvenir es el que ha dado pie al desarrollo de teologías “protectoras”, como la dispensacionalista, afirmando, entre muchas otras cosas, que los verdaderos creyentes no pasarán por la gran tribulación ni padecerán las calamidades que se avecinan a nuestro planeta.
Y ha sido también aprovechado a lo largo de la historia por una serie de charlatanes, religiosos y seculares, que han fabricado profecías, o mejor dicho, vaticinios ridículos acerca del fin del mundo en provecho propio. En este particular, denuncia abiertamente los abusos cometidos por algunos autores evangélicos, como Hal Lindsey, que en los años setenta predijo abiertamente en fin del mundo para la década de los 80’ en su famoso best seller La Agonía del Planeta Tierra; o la famosa serie novelesca de LaHaye y Jenkins, Dejados Atrás, que pese a tratarse de simple ficción, en la práctica y durante años, fue la obra de referencia fundamental en escatología para miles de creyentes sencillos y de buena fe en Latinoamérica. Tampoco pasa por alto la explotación del tema por el mundo secular, tanto en lo que refiere a producción literaria como por parte de Hollywood, que ha creado para ello un genero cinematográfico específico denominado propiamente apocalíptico, netamente diferenciado del la ciencia ficción, con numerosas e importantes producciones, algunas de las cuales relaciona y comenta.
En la segunda parte, que denomina Los caballos del Apocalipsis ya cabalgan, sostiene, discrepando de las tesis dispensacionalistas que afirman que las calamidades descritas en la Revelación de San Juan son predicciones para el futuro y que los siniestros ‘Caballos del Apocalipsis’ todavía están por venir; que los jinetes que cabalgan esos caballos llevan ya tiempo pisando este planeta, y el tronar de sus cascos se escucha y se escucha bien:
El jinete del caballo blanco, un espíritu de mentira que aparta a muchos de la verdad y la sana doctrina; siempre ha estado presente, pero últimamente el ruido que produce su galope, plasmado en modas innovadoras y ‘olas’ novedosas que hacen surfear a la Iglesia, es ensordecedor. El jinete del caballo rojo, que simboliza las guerras, no pasadas ni futuras, sino a la industria armamentista actual, el terrorismo, el odio y toda suerte de violencia en la que estamos viviendo. El jinete del caballo negro, que acarrea el flagelo del hambre, la pobreza y a la indigencia, a causa de una injusta repartición de la riqueza, y que conduce a muchos al desespero Y finalmente el jinete del caballo rojo, que trae pestilencia y muerte, cuyos cascos se oyen con potencia ensordecedora y en un mundo dominado por las drogas, el fraude, la extorsión, el soborno, donde los valores morales han caído a tal nivel que un teléfono celular tiene más valor que la vida de una persona.
La tercera parte analiza la actitud de la Iglesia frente a los acontecimientos actuales y futuros. Denuncia con valentía muchos planteamientos erróneos asumidos por las iglesias evangélicas en Latinoamérica, como el de centrar su predicación en la escatología y no preparar debidamente a sus líderes, que suben al púlpito gritando «No sé homilética, no sé hermenéutica, pero una cosa sé: que era ciego y ahora veo» y son aclamados por sus fieles con un atronador ¡Amén!. Proclama, en contrapartida, la necesidad de prepararse a conciencia para defender la fe, con pasión, sí, pero a la vez con base académica y una actitud de compromiso con el Reino de Dios aquí y ahora; aguardando la parusía del Señor con ilusión y esperanza, pero dejándonos de devaneos escatológicos y de centrar nuestra predicación en predicciones apocalípticas, porqué “el día y la hora, nadie lo sabe”.
Finalmente, plantea sus propuestas para desarrollar una verdadera escatología evangélica latinoamericana actual, libre de ingerencias externas. Se pregunta: El fin del mundo: ¿desastre y maldición o esperanza y bendición? Su respuesta es que el Apocalipsis no es sinónimo de desastre, y por tanto, la forma correcta de entenderlo es como la revelación mediante la cual Dios da a conocer el plan de restauración de la imagen de la criatura humana y de la naturaleza, un escrito que debemos relacionar con un nuevo amanecer para el mundo, una esperanza gloriosa por la cual Jesucristo murió en nuestro lugar.
Conclusión: Un libro excelente, redactado en un estilo periodístico que hace agradable y amena su lectura, aunque sin renunciar un ápice al rigor académico propio del nivel de su autor, pues cada afirmación importante en el texto va debidamente documentada en su correspondiente nota al pie. Una denuncia valiente de abusos cometidos y a la vez una propuesta equilibrada de una nueva escatología Latinoamericana propia. El lector podrá estar o no de acuerdo con las tesis del autor, pero la lectura de este libro no le dejará indiferente.
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Autor Zaldívar, Raúl Publicacion 2012 Peso 208.2931 Medidas 14 x 21 cm Páginas 138 Encuadernación Rústica fresada Idioma es