Dice al respecto el Dr. Pablo Martínez Vila, Médico Psiquiatra y reconocido terapeuta cristiano:
«Me complace escribir el prólogo a este comentario a los Hebreos por un doble motivo: el contenido en sí del libro y la relación personal que me une con el autor. En cuanto al contenido, el mensaje de esta epístola es de una actualidad sorprendente. Y alguien enseguida objetará: ¿cómo puedes decir esto de un texto repleto de alusiones a sacrificios de sangre, un lenguaje teológico e ilustraciones difíciles de entender? A la sociedad postmoderna le fascinan las historias personales con las que pueda identificarse, de ahí? el éxito de las telenovelas, pero no una carta del Nuevo Testamento aparentemente complicada y con metáforas tomadas de un mundo totalmente diferente del nuestro.
¿Qué responderemos a esta objeción? Afirmamos que la carta a los Hebreos es de una relevancia extraordinaria para el hombre de hoy por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque su mensaje resalta de forma clara e inequívoca el carácter singular de Cristo como el único acceso a Dios. Efectivamente, la figura insustituible del sumo sacerdote Jesucristo como el único mediador entre Dios y los hombres, tema esencial del mensaje cristiano, alcanza su clímax expositivo en esta epístola. La obra salvífica de Cristo brilla en cada línea convirtiendo Hebreos en una de las joyas más cristocéntricas del Nuevo Testamento. El problema surge cuando el creyente intenta proclamar esta verdad. En esta sociedad neopagana cualquier pretensión de un único camino a Dios es rechazada como algo insoportable, un mal a erradicar. De ahí? la dificultad creciente de muchos cristianos para vivir la practica de su fe más allá? del ámbito estrictamente privado. Sin embargo, ahí? se alza el poderoso mensaje de Hebreos cual baluarte imponente de nuestra fe en medio de una sociedad sincretista donde cada uno se hace un dios a su medida.
La segunda razón de la relevancia de esta carta tiene que ver con las necesidades del hombre de hoy: la necesidad de sentirse amado, acompañado y comprendido en su dolor y sus miserias por un Dios personal y cercano. Es sorprendente ver cómo la cristología tiene unas formidables implicaciones evangelísticas. Hebreos nos presenta a Jesús no sólo como el único salvador- la vertiente más teológica de su obra-, sino también como el amigo y el Padre a quien podemos acercarnos “confiadamente ...para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He. 4:16). Jesucristo es la máxima expresión del Dios que sufre con nosotros: su muerte y su agonía en la cruz, su experiencia de primera mano con el dolor le convierten en la respuesta ultima al gran interrogante del sufrimiento humano “porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado –probado- en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15). Cristo viene a llenar aquel “vacío en forma de Dios” que sólo Dios puede llenar.
Samuel Pérez Millos ha logrado presentarnos estas dos facetas descollantes de Hebreos amén de los muchos otros tesoros que la epístola encierra, con el talento que le es característico y que ya ha puesto de manifiesto en otros comentarios de la Biblia. Permítaseme esbozar las razones por las que esta obra me parece particularmente valiosa, no sólo para pastores y lideres, sino también para el creyente “de a pie”. El autor disecciona el texto con minuciosidad, pero sin ampulosidad, o –como diría- Montaigne- “sin grasa innecesaria”. Es un trabajo sólidamente documentado; en cada capítulo el lector percibirá? una rigurosa tarea de investigación. Un ejemplo de ello lo tenemos en la amplia sección sobre la autoría de la carta.
Muy interesante es también el apartado denominado Notas y análisis del texto griego donde se analiza cada versículo a la luz de la lengua original; ello le proporciona al lector una riqueza de matices que le da un toque distintivo en relación a comentarios parecidos. En cuanto a la forma, su claridad expositiva lo convierte en una excelente herramienta homilética. En este sentido son de gran ayuda la introducción a cada capítulo y la división en secciones. Ahí? fluye con naturalidad la vena pastoral de S. Pérez Millos; el autor nos demuestra cómo una exégesis detallada no está reñida con las aplicaciones prácticas para la vida de fe (véase, por ejemplo, el rico pasaje del capitulo 4:11-16). Este toque pastoral evita que la obra se convierta en un tratado erudito pero árido, desprovisto de vida. ¡Cuán necesaria es hoy esta combinación: cabeza de teólogo, pero corazón de pastor!
Finalmente, el autor no elude las cuestiones más difíciles de interpretar. Pero aún en estos puntos potencialmente conflictivos destacan su búsqueda de la ponderación y el equilibrio En ello me recuerda a su maestro D. Francisco Lacueva, inolvidable para muchos de nosotros, para quien la firmeza de convicciones no estaba reñida con la “palabra con gracia, sazonada con sal” (Col. 4:6).
Mi satisfacción al escribir este prólogo viene completada y aumentada por un motivo personal. He disfrutado de la amistad con el autor durante bastantes años, relación que se intensificó a raíz de mi colaboración desde 1998 con el valioso ministerio de la Escuela Bíblica de Verano en Codeseda, así? como en diversas oportunidades de colaboración con la iglesia local que pastorea en Vigo. Los lazos forjados con Samuel y con su esposa Esther a lo largo de estos años han dejado un poso de amor fraternal entrañable y de amistad sincera.
Samuel Pérez Millos ha escrito un comentario exhaustivo y profundo, pero a la vez práctico y útil para todo aquel que quiere profundizar en la maravillosa persona de Jesucristo. Quiero recomendar, por tanto, cálidamente esta obra como una valiosa aportación exegético- pastoral que viene a enriquecer de forma significativa los comentarios disponibles sobre tan preciada epístola».