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Tournier, Paul

Tournier, Paul
Nació en Ginebra (Suiza). Su padre fue un pastor y poeta bien conocido, tenía 70 años cuando Paul nació, murió dos meses después de su nacimiento. Paul estudió medicina en la Universidad de la ciudad (M.D., 1923), con el fin de hallar un contacto humano con la gente y vencer su complejo de soledad, pero no fue hasta su encuentro con Cristo que venció su timidez y complejos. “La ciencia, la psicología, pueden ayudarnos, desde luego, pero hay un límite a su capacidad que sólo puede traspasarlo la fe.”

Durante la 2ª Guerra Mundial (1939-45), sirvió en el cuerpo médico del Ejército Suizo.

Sin pertenecer a ninguna escuela psicológica creía que “la enseñanza psicológica más profunda es la de la Biblia.” Precursor de la diagnosis psicosomática de la enfermedad, según la cual el origen de la enfermedad no sólo se debe a causas físicas sino también a causas emocionales y espirituales. Su libro La Médecine de la personne (1940) fue al principio objeto de muchas críticas procedentes del campo médico, que dieron paso al posterior reconocimiento académico y su traducción a muchos idiomas. “La medicina psicosomática, nacida en América, ha ganado en Europa y nos ha demostrado el papel enorme que juegan las emociones en la génesis de las enfermedades, no sólo de las enfermedades psíquicas, sino también de las enfermedades orgánicas” (La aventura..., p. 271).

Tournier describe el pecado, considerado física y psicológicamente, como “faltas a la vida”, o sea, transgresiones a las leyes de Dios que forman el sustrato de la existencia.

En teología “a menudo me he considerado un barthiano —dice—, pero nunca he sabido si esto era cierto o no. La base teológica de mis primeros estudios fue la Institución de Calvino” (Leadership, nº 81, p. 53). Algunas de sus opiniones teológicas chocan con doctrinas clásicas como la redención limitada o la condenación general de los no creyentes: “Pienso que Jesús vino para la salvación de todos los hombres y me parece poco caritativo dudar de ello (Violencia y poder, p. 73).

“Dios —escribe— tiene un plan para cada ser humano, y si nosotros nos entregamos unos a otros, la gracia de Dios puede comunicarse de unos a otros, logrando hacer de cada hombre un ser más libre.”

Su pensamiento ronda la teología y la filosofía, a la vez que la psicología y la socilogía, de un modo sugerente y creativo. Muchos han sido inspirados en él.

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