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Temple, William

Temple, William
Nació el 15 de octubre de 1881 en el palacio episcopal de Exeter (Inglaterra), donde a la sazón su padre, Frederick Temple, era obispo, más tarde elevado a la dignidad de Primado de la Iglesia de Inglaterra, Arzobispo de Canterbury, al igual que su hijo en los dos últimos años de su vida.

A los cuatro años se trasladó al palacio episcopal de Fulham, donde residió hasta los quince, para mudarse luego al palacio arzobispal de Lambeth. Así, pues, de palacio en palacio, transcurrió la infancia y adolescencia del joven Temple, en contacto con lo mejor de la sociedad británica y recibiendo la educación más espléndida que su condición le ofrecía. Difícilmente se podría concebir en tan holgada vida, aunque estrictamente sometida a la disciplina religiosa de oración temprana y lectura bíblica diaria, ignorante de la situación y condición obrera, que éste mismo hombre llegaría ser, por la fuerza de su propio corazón cristiano, el que involucrara a la Iglesia de Inglaterra en la problemática social, no como una ocupación anecdótica y oportunista, sino como parte constitutiva e inherente de la misión cristiana en la tierra.

Estudió en Oxford (1900-1904), graduado con los más altos honores en Humanidades. Ordenado presbítero en 1909, fue rector de St. James, Piccadilly, (1914-1917), pasando después a ser canónigo de Westminster (1919-1920), obispo de Manchester (1921-1929), arzobispo de York (1929-1942) y arzobispo de Canterbury (1942-1944).

Su lema fue “Identificar la religión con la vida”. Coherente con su pensamiento, Temple se afilió al Partido Laborista inglés y permaneció como militante en él durante muchos años, incluso cuando se dio de baja, en razón de su cargo arzobispal —algunos de sus críticos le llamaban el “arzobispo rojo”—, continuó apoyándolo de acuerdo a sus posibilidades. Casi al final de su vida, en 1942, publicó Christianity and Social Order (Cristianismo y orden social), donde exponía el programa y las convicciones sociales más queridas y mejor meditadas de su vida. Entre 1908 y 1924 fue Presidente de la Asociación Obrera de Educación.

Ecumenista entusiasta fue el primer presidente del Consejo Mundial de Iglesias (1939) y del Consejo Británico de Iglesias (1943), intentando vanamente la unión de la Iglesia Anglicana con la Iglesia de Escocia.

A pesar de su alto rango eclesiástico en la Iglesia anglicana, Temple dio una orientación cristocéntrica a toda su labor. Por encima de la lealtad a la Iglesia, decía, está la de Cristo. “La lealtad de la juventud cristiana debe ser primera y principalmente a Cristo mismo. Nada puede tomar el lugar del devocional diario en íntima comunión con el Señor. Esta lealtad a Cristo hallará su expresión en la membresía activa y fervorosa en la Iglesia. Necesitamos hombres que busquen la dirección del Espíritu de Cristo para determinar lo que es correcto y se entreguen a ello en cuerpo y alma. Aventura y lealtad a Cristo es lo que queremos.”

En filosofía se situó en línea con primeros apologetas cristianos, quiso ofrecer a sus contemporáneos un “mapa del mundo” en el cual la realidad toda pudiera interpretarse a la luz de la doctrina cristiana del Logos como principio de unidad. Entendió que el mundo posee un carácter sacramental, manifestando en sus procesos naturales los valores que se derivan del Dios transcendente. Con esta idea de un universo sacramental Temple apuntó a la plenitud de la teología natural mediante la revelación cristiana y su doctrina fundamental de la encarnación.

Biografía. F.A. Iremonger, William Temple. Archbishop of Canterbury. His Life and Letters (Oxford University Press, Londres 1950, 5ª ed.).

 

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