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Lutero, Martín

Lutero, Martín
N. el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben (Turingia, Alemania). Su padre era minero, aunque de cierta posición. Frecuentó las escuelas de Mansfield, Watterburgo y Eisenach; en abril de 1501 se matriculó en la Universidad de Erfurt, donde siguió cursos de letras y consiguió los grados de canciller y maestro de artes. En julio de 1505, debido a la repentina muerte de un compañero, que le persuadió de consagrar su vida a Dios, ingreso en la Orden de los Agustinos sin consultar a sus padres, por temor a que se le impidiesen.

En 1507 fue ordenado sacerdote. En 1508 pasó a la Universidad de Wittenberg para enseñar en la facultad de Artes. Allí alcanzó el grado de doctor el año 1512 y sucedió en la cátedra bíblica a su activo maestro y amigo Jan von Staupitz, visitador de la Orden de los Agustinos. Éste era un hombre de grandes conocimientos bíblicos y en sus conversaciones privadas con Lutero le había dado mucha luz sobre el asunto de la salvación del alma, el gran tema que preocupaba al joven doctor.

Una vez establecido en la cátedra dio comienzo a una gran serie de cursos bíblicos sobre los salmos (1513-15); la epístola a los Romanos (1515-16); Gálatas (1517) y Hebreos (1518). Fueron aquellos años de intensos estudios bíblicos durante los cuales leyó mucho los escritos de los Padres de la Iglesia, especialmente a san Agustín, pero también fueron años de angustia espiritual sobre todo después de haber ido a Roma con una misión de la Oreden y haber visto la corrupción moral y la indiferencia espiritual que reinaba en la corte del Papa. Le vino la paz de espíritu cuando comprendió que la justificación es un don divino a los hombres, sin mérito por parte de éstos, aunque a la que deben seguir buenas obras, no para alcanzar la gracia o ganar la salvación de Dios, sino como la manifestación de gratitud a la obra divina.

En 1517 se produjo un notorio escándalo a causa de la promulgación de un jubileo en Alemania con una venta general de indulgencias, según se decía para sufragar los gastos de la reconstrucción de la iglesia de San Pdro de Roma, pero asimismo para aliviar las deudas enormes del joven arzobispo de Maguncia. Lutero escribió 95 tesis sobre las indulgencias y las clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg la fiesta de todos los santos. Envió copias al obispo y al arzobispo. Estas tesis, originalmente en latín, fueron vertidas al alemán por los estudiantes, impresas y distribuidas copiosamente por toda Alemania. Fueron el origen de la controversia de Lutero con Roma.

En 1518 tuvo una entrevista con el legado pontificio, el cardenal Cayetano, y se negó a retractarse hasta que no se le mostrasen sus errores. En 1519 tuvo un debate con el teólogo y polemista católico Juan Eck. Un año después el papa publicó la bula de excomunión Ex surge Domine contra Lutero. Es esta bula replicó con una serie de escritos teológicos como Llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana y Cautividad babilónica de la Iglesia (en latín), denunciando cuatro de los siete sacramentos, por no considerarlos bíblicos ni consecuentes con las primera tradición de los Padres de la Iglesia. Finalmente el escrito más popular titulado La libertad cristiana.

La protección que Federico el Sabio, príncipe elector de Sajonia, dispensó a Lutero preservó su vida y le aseguró una audiencia imperial en la Dieta de Worms, en abril de 1521, donde nuevamente se negó con toda energía a retractarse sin que se le demostrase con razones extraídas de las Escrituras en qué consistía su error. “Os conjuro por el Dios de la misericordia, a vos serenísimo Emperador y a vosotros serenísimos príncipes —dijo— a que me probéis, por los escritos de los profetas y de los apóstoles, que he errado. Así que me hayáis convencido, me retractaré... y seré el primero en arrojar mis escritos a las llamas”.

Temiendo las asechanzas de sus enemigos, sobre todo que pudiera ser secuestrado y llevado a Roma, fuera de la jurisdicción del príncipe, éste le hizo secuestrar por un grupo de servidores y le llevó al histórico castillo de Watburgo, en Eisenach, donde vivió vestido como un caballero alemán barbudo, bajo el nombre de Jorge. Allí comenzó su traducción de la Biblia al alemán, trabajo que no estuvo terminado hasta diez años más tarde, y para su realización reclutó Lutero un grupo de eruditos, entre los que se contraba el brillante Felipe Melanchton (1497-1560), el más significado de los reformadores de la educación, con una contribución importante a la universidad y escuela en Alemania.

Lutero condenó la eficacia de la misa como sufragio para los difuntos, aunque sostuvo que Cristo estaba en cierto modo presente en los elementos de la santa cena con su teoría de la consustanciación, posición intermedia entre la transustanciación sostenida por la Iglesia de Roma y la de moro símbolo, enseñada por Zuinglio (v.). Asimismo condenó los votos monásticos y el celibato del clero. Durante su ausencia en Watburgo, se desencadenó en Wittenberg un movimiento reformista radical, encabezado por su antiguo compañero Andrés Carlostadio (1477-1541), cuyas predicaciones desataron el furor iconoclasta del pueblo y éste se dedicó a romper imágenes de las iglesias y lugares públicos, lo que constituía un desafío abierto a las órdenes de la reciente Dieta imperial de Nuremberg. En marzo de 1522 Lutero regresó repentinamente a Wittenberg y encauzó la situación mediante una luminosa serie de sermones. Durante los meses siguientes combatió el puritanismo legalista y el espiritualismo entusiasta de Tomás Munzer (1490-1525). Cuando Munzer pasó a la acción, encabezando la revuelta de los campesinos de 1525, Lutero tuvo que ponerse abiertamente contra él, no sólo por cuestiones religiosas, sino razones políticas, ya que no podían permitirse perder el apoyo de los príncipes protestantes. Su escrito contra las “hordas campesinas” le apartó del favor popular que hasta entonces había gozado.

En 1525 contrajo matrimonio con Catalina de Bora, una ex monja que había abandonado el convento seis años atrás y era a la sazón doméstica del burgomaestre de la ciudad. También ese año sostuvo la famosa controversia con Erasmo de Rotterdam, quien aunque compartía muchas de las ideas de Lutero no quiso romper con Roma, por medio a los excesos a que se pudiera dar lugar.

La tregua religiosa de Nuremberg (1532) significó un respiro para la Reforma. Durante todo este tiempo Lutero produjo un enorme caudal de escritos e himnos entre los que destaca “Castillo fuerte es nuestro Dios”, así como sus liturgias, sermones y miles de folletos. Lutero prosiguió sus tareas docentes mientras tuvo fuerzas para ello.

Preparó los artículos de la Dieta de Ausburgo (1530), aunque sin poder asistir a ella a causa de su condena legal, pero se mantuvo en el castillo cercano de Coburgo, donde los príncipes protestantes iban a consultarle.

Murió en 1544 en su ciudad natal de Eisleben, donde había acudido para reconciliar a los príncipes de Anhaldt.

La importancia de Lutero en la historia puede deducirse del hecho de que se han escrito más libros comentando su vida y su obra que de cualquier otra persona en el mundo, exceptuando a Jesucristo.

“El gran error de la cristiandad fue rechazar al monje de Wittenberg, un hecho admitido hoy por la mayoría de los eruditos católicos. Hacia el final de su vida, Lutero dijo a sus estudiantes: «Unicamente os he enseñado a Cristo, con sencillez y sin adulteración». Esa frase resumen su vida entera” (Paul Atkinson, Nuevo diccionario de teología).

“Paul Althaus describió una vez a Luetro como un «océano». Tal imagen no se aplica solamente a la enorme producción literaria de Lutero, unos cien volúmenes en folio en la gran edición de Weimar, sino también a su poderosa originalidad y profundidad sin fin. Unicamente otros dos teólogos, Agustín y Aquino, llegaron a la estatura de Lutero; únicamente otro cuerpo de escritos, los documentos del Nuevo Testamento mismo, ha sido estudiado con tan cuidadoso escrutinio como las obras del reformador de Wittenberg. Es fácil ahogarse en semejante océano” (Timothy George, Theology of the Reformers, p. 51).

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