MacKay, John Alexander
Nació en Inverness (Escocia), en una familia de piedad y rigor calvinista. Convertido a los 14 años mientras leía la carta a los Efesios, “al contemplar un mundo nuevo. Ahora tenía una nueva perspectiva, con su nueva experiencia, y con su nueva actitud para con la demás gente. Ahora amaba a Dios. Jesucristo se me tornaba el centro de todo lo posible” (El orden de Dios, p. 17).
Estudió en la Universidad de Aberdeen (M.A., 1912) y en el Seminario Teológico de Princeton (EE.UU., B.D., 1915). En la Universidad de Madrid (España) estudió bajo el catedrático y filósofo Miguel de Unamuno, cuya personalidad dejó en él huellas profundas.. En 1916 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Libre de Escocia y enviado a Lima (Perú) como misionero pedagogo, en compañía de su esposa Jane Logan. Doctorado en la Universidad Nacional de Perú (1918), fue el primer protestante en ocupar una cátedra de filosofía en el país (1925), concretamente la cátedra de Historia de la Filosofía Moderna, en la Universidad de San Marcos, en Lima. Toda su vida había estado guiada por su amor a la filosofía y el ardor por la causa cristiana. Como parte de su tarea misionera fundó el Colegio Anglo-Peruano de Lima (1917) del que fue su Director hasta 1925 y donde colaboraron personajes ilustres del país. También colaboró con la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) durante seis años (1926-32), escribiendo y dando conferencias, tanto en Perú como en México
Robert E. Speer (1867-1947), pionero en el ecumenismo y escritor, le animó a unirse a la Junta de Misiones Extranjeras de la Iglesia Presbiteriana del Norte, en EUA, como Secretario para Latinoamérica y Africa (1932). En 1937 participó por primera vez en una conferencia del Concilio Mundial de Iglesias, del que llegó a ser una figura destacada y central.
Gracias a la influencia de Speer, Mackay fue nombrado Presidente del Seminario de Princeton y profesor de ecumenismo (1936-59). Cristocéntrico, animoso, logró que el seminario superara las controversias del pasado respecto al fundamentalismo versus liberalismo, y recuperara su estabilidad e influencia. En 1944 fundó y editó la revista Theology Today. Fue Moderador de la Asamblea General de su denominación en 1953 y Presidente de la Alianza Presbiteriana Mundial entre 1954 y 1959; así como del Consejo Misionero Internacional. En total desempeño alrededor de 35 cargos nacionales e internacionales de importancia, dictó una veintena de series de conferencias y recibió otros tantos doctorados y títulos honoríficos de universidades e instituciones diversas. Murió el 9 de junio de 1983.
Fue el primero en predicar en la capilla de Juan Huss, en Hungría, después de haber estado cerrada 300 años. Su testamento espiritual puede resumirse en una carta dirigida en 1970 al argentino Luis E. Odell, que decía: “Cada vez siento más intensamente que la suprema necesidad que experimentamos hoy en día en la Iglesia y en el mundo, es lo que designo como un «renacimiento evangélico», con lo cual quiero decir: un redescubrimiento del Evangelio de Cristo en su dimensión más plena, abarcando el acontecer histórico, la realidad teológica, la experiencia personal, el celo evangelístico y la preocupación social con sus implicaciones políticas. Estos fundamentos cristianos, que están siendo descuidados y aun olvidados, deben ser redescubiertos, proclamados y aplicados; pero en todo caso, esto es cierto: Jesucristo, el Señor de la Historia y de la Iglesia, tendrá la última palabra” (Carta Circular, nº 61).
Estudió en la Universidad de Aberdeen (M.A., 1912) y en el Seminario Teológico de Princeton (EE.UU., B.D., 1915). En la Universidad de Madrid (España) estudió bajo el catedrático y filósofo Miguel de Unamuno, cuya personalidad dejó en él huellas profundas.. En 1916 fue ordenado al ministerio de la Iglesia Libre de Escocia y enviado a Lima (Perú) como misionero pedagogo, en compañía de su esposa Jane Logan. Doctorado en la Universidad Nacional de Perú (1918), fue el primer protestante en ocupar una cátedra de filosofía en el país (1925), concretamente la cátedra de Historia de la Filosofía Moderna, en la Universidad de San Marcos, en Lima. Toda su vida había estado guiada por su amor a la filosofía y el ardor por la causa cristiana. Como parte de su tarea misionera fundó el Colegio Anglo-Peruano de Lima (1917) del que fue su Director hasta 1925 y donde colaboraron personajes ilustres del país. También colaboró con la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) durante seis años (1926-32), escribiendo y dando conferencias, tanto en Perú como en México
Robert E. Speer (1867-1947), pionero en el ecumenismo y escritor, le animó a unirse a la Junta de Misiones Extranjeras de la Iglesia Presbiteriana del Norte, en EUA, como Secretario para Latinoamérica y Africa (1932). En 1937 participó por primera vez en una conferencia del Concilio Mundial de Iglesias, del que llegó a ser una figura destacada y central.
Gracias a la influencia de Speer, Mackay fue nombrado Presidente del Seminario de Princeton y profesor de ecumenismo (1936-59). Cristocéntrico, animoso, logró que el seminario superara las controversias del pasado respecto al fundamentalismo versus liberalismo, y recuperara su estabilidad e influencia. En 1944 fundó y editó la revista Theology Today. Fue Moderador de la Asamblea General de su denominación en 1953 y Presidente de la Alianza Presbiteriana Mundial entre 1954 y 1959; así como del Consejo Misionero Internacional. En total desempeño alrededor de 35 cargos nacionales e internacionales de importancia, dictó una veintena de series de conferencias y recibió otros tantos doctorados y títulos honoríficos de universidades e instituciones diversas. Murió el 9 de junio de 1983.
Fue el primero en predicar en la capilla de Juan Huss, en Hungría, después de haber estado cerrada 300 años. Su testamento espiritual puede resumirse en una carta dirigida en 1970 al argentino Luis E. Odell, que decía: “Cada vez siento más intensamente que la suprema necesidad que experimentamos hoy en día en la Iglesia y en el mundo, es lo que designo como un «renacimiento evangélico», con lo cual quiero decir: un redescubrimiento del Evangelio de Cristo en su dimensión más plena, abarcando el acontecer histórico, la realidad teológica, la experiencia personal, el celo evangelístico y la preocupación social con sus implicaciones políticas. Estos fundamentos cristianos, que están siendo descuidados y aun olvidados, deben ser redescubiertos, proclamados y aplicados; pero en todo caso, esto es cierto: Jesucristo, el Señor de la Historia y de la Iglesia, tendrá la última palabra” (Carta Circular, nº 61).