Josefo, Flavio
Al iniciarse la guerra judía contra Roma (66 al 70 d.C.), Josefo, como la mayoría de la aristocracia judía, no compartía la revuelta de sus conciudadanos pero a pesar de ello si creía que había que defender la soberanía de su tierra y de sus sentimientos religiosos ultrajados. El Sanedrín le escogió como comandante en Jefe de Galilea, pero tuvo que capitular ante las legiones romanas en el 67 tras seis semanas defendiendo la casi inexpugnable fortaleza de Jotapata. La mayoría de los patriotas fueron pasados a cuchillo. Josefo logró ser conducido ante el general romano Vespasiano, que le concedió el perdón al predecirle Josefo que se convertiría en emperador de Roma, lo que así llegaría a ser. Josefo, entonces, pasó a llamarse Flavio Josefo y se instaló en Roma, donde gozó del beneficio de una pensión imperial.
Murió durante el reinado de Trajano. Escribió en lengua griega La guerra de los judíos (Peri tou Ioudaikou polemou), Antigüedades judaicas (Ioudaike Archaiologia), Contra Apión (Kata Apionos), tratado donde combate el antisemitismo grecorromano, y una Autobiografía (phlaouiou Iosepou bios),donde intenta justificar su posición al comienzo de la guerra judía.
Durante muchos siglos, las obras de Josefo fueron más ampliamente leídos en Europa que cualquier otro libro, exceptuando la Biblia. San Juan Crisóstomo lo califica de testimonio útil para la historicidad de los libros del Antiguo Testamento. Sigue siendo muy útil como fuente para conocer el contexto socio-histórico del cristianismo primitivo.
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Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Ezequiel
Ezequiel es, con Isaías, Jeremías y Daniel, uno de los cuatro profetas “mayores” de la tradición bíblica. Era sacerdote de Jerusalén. Y el año 597 a.C., antes de la destrucción del templo, que tuvo lugar diez años después (587 a.C.), fue desterrado a Babilonia donde recibió el llamado de Dios (el 593 a. C.), centrado en la visión del carro o trono de Dios (Mercabá: cf. Ezequiel 1-3:10), que ha marcado la historia posterior de la experiencia bíblica. Muchos rabinos y estudiosos judíos han considerado esta visión y esos capítulos de Ezequiel como el centro de la Biblia: por el conocimiento secreto de Dios que revelan, por la experiencia más alta que implican, y por el influjo que han tenido en la tradición “mística”, especialmente a través de la Cábala.No menos importancia reviste su visión del valle de los huesos secos y de la “resurrección” (Ezequiel 37), que ha influido decisivamente en la esperanza activa de la apocalíptica judía y cristiana. O las visiones de la restauración del templo y de la tierra prometida (Ezequiel 40-48), que concuerdan con el Apocalipsis de Juan.
Por su reacción ante el pecado del pueblo y manera de anunciar y preparar su restauración, el libro de Ezequiel puede entenderse como la culminación de la profecía antigua de Israel, como testimonio y principio del judaísmo posterior y, en cierto modo, del cristianismo. Isaías y Jeremías pueden ser a veces más brillantes, pero no han elaborado una teología unitaria, una visión de conjunto de la historia de la salvación y del misterio de Dios, como la de Ezequiel. Solo un buen comentario de Ezequiel puede hacernos comprender estas cosas.
La versión española actualizada que nos aporta Xabier Pikaza del Biblischer Kommentar über den Propheten Ezechiel, es una verdadera joya de la exégesis bíblica: científica y pastoral, una exposición amplia y documentada del contexto histórico, y un análisis filológico exhaustivo del texto original hebreo, aunque accesible sin necesidad de dominar académicamente esa lengua. Pero ante todo señalando de manera especial su relación y encaje con el Nuevo Testamento, y su aplicación práctica en la época actual.