Maclaren, Alexander
Nació el 11 de febrero de 1826 en Glasgow (Escocia). Convertido a los 14 años, durante una reunión de avivamiento, fue bautizado en 1940. Estudió en la Universidad de Glasgow y en el Seminario Bautista de Stepney (hoy Regents Park College), cuando la familia se trasladó a vivir a Londres (Inglaterra), donde adquirió su formación teológica para el ministerio bautista. Fue pastor de la Iglesia Bautista Portland en Souhthampton (Inglaterra, 1846-58), donde ejerció un ministerio sobresaliente y vio crecer en gran número la membresía de su iglesia. Lo mismo en Union Chapel de Manchester (1858-1903). Sus cultos no tenían nada de liturgicos; los das bases de su ministerio residían en la devoción de la congregación y en la dirección del pastor. Fue dos veces Presidente de la Unión Bautista de Inglaterra y una de la Alianza Bautista Mundial (1905). Viajó extensamente por Gran Bretaña, Australia y América.
Se casó en 1856 con su sobrina Mariam McLaren y fue un matrimonio muy dichoso. Sencillo, humilde, estudioso, profundo, sus sermones expositivos alcanzaron tanta fama como los de Spurgeon (v.). Se le conoció por “el príncipe de los predicadores expositivos”. Cristocéntrico, estaba saturado de la herencia protestante evangélica. Conservador en teología no intervino demasiado en las controversias que afectaban por entonces a su denominación respecto al modernismo teológico y las corrientes liberales venidas de Alemania. Se esforzó por conseguir la unión de la denominación Bautista con la Congregacional, sin lograrlo, aunque se dieron algunos resultados a nivel local. Se consideró a sí mismo un calvinista consistente, enseñado a confiar a Dios y esperar en Él en toda circunstancia.
Su espiritualidad fue la vieja espiritualidad reformada evangélica expresada en una honesta interioridad: “La verdadera adoración de un hombre no es aquella que ofrece en el templo, sino la que ofrece en lo profundo de esa pequeña capilla privada, donde nadie asiste más que él mismo delante de su Dios”.
Se casó en 1856 con su sobrina Mariam McLaren y fue un matrimonio muy dichoso. Sencillo, humilde, estudioso, profundo, sus sermones expositivos alcanzaron tanta fama como los de Spurgeon (v.). Se le conoció por “el príncipe de los predicadores expositivos”. Cristocéntrico, estaba saturado de la herencia protestante evangélica. Conservador en teología no intervino demasiado en las controversias que afectaban por entonces a su denominación respecto al modernismo teológico y las corrientes liberales venidas de Alemania. Se esforzó por conseguir la unión de la denominación Bautista con la Congregacional, sin lograrlo, aunque se dieron algunos resultados a nivel local. Se consideró a sí mismo un calvinista consistente, enseñado a confiar a Dios y esperar en Él en toda circunstancia.
Su espiritualidad fue la vieja espiritualidad reformada evangélica expresada en una honesta interioridad: “La verdadera adoración de un hombre no es aquella que ofrece en el templo, sino la que ofrece en lo profundo de esa pequeña capilla privada, donde nadie asiste más que él mismo delante de su Dios”.